jueves, 6 de junio de 2013

¿De qué color es la nieve cuando se deshace? (Maniática)

Estando a cuatrocientos kilómetros del mar rojo los sentimientos cuestan más. 
En ocasiones las floridas camisas de esos incansables guiris me recuerdan a los campos que tú y yo visitábamos cerca de ese océano. Quizás mi mente me juegue malas pasadas, quizás nunca existió un tú y yo, pero el nosotros estaba latente. No quería estropear la amistad que teníamos, tú tampoco lo querías. Y eso hizo que marchitasen esos campos.
En ocasiones pienso que follar con desconocidos me hace sentir libre, qué más dará quién seas. Me recreo con canela en los labios, hasta que alguien me diga “ricos labios que me llevan, eres un dulce néctar”. Tú. 

¿Podrá ser cierto que si miras fijamente a la silla, ella te sonríe y te acoge entre sus cuatro débiles piernas? Si es así, yo quiero ser tu asiento, el lugar donde, derrotado, descanse tu frágil corazón. 

Busco incansablemente tu cara en la de los demás, sus manos me hacen gritar tu nombre. 

Ocho bostezos separan la vida de la muerte del alma. El alma que viajando por mundos inimaginables intenta alcanzar el summun, el placer que toda persona cree tener cuando encuentra a "alguien". Pero esa sensación es el simple orgasmo que dura cinco segundos. Que buscamos amor solamente para conseguir sexo, que tenemos sexo para conseguir amor
Catastróficamente hablamos de nuestras quietudes para que "el otro" nos mire con deseo, nos desnude y nos haga sentir vivas (vivos). Tanta parafernalia para nada. 
El amor romántico que las películas muestran son tan reales como que el tabaco no es cancerígeno ni el alcohol apuñala el hígado. Pero los necesitamos para sentirnos superiores y decirle al mundo: "eh tú, me importa una mierda lo que opines, SOY LIBRE DE HACER LO QUE QUIERA". Pobres cuitados, no sabemos nada de la vida. 
Y en un abrir y cerrar de ojos el agujero de mi estómago se ensanchó y liberó la imagen de tus azules ojos, para no regresar y para dejarme acuosa, celulosa, nublosa. 
Estando a cuatrocientos kilómetros del mar negro mis artificiosas sonrisas están mejor sin ti. 


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