Incansablemente, noche y día, después de cada capullo
podrido tras el camino de la desesperación, me encuentro sola.
Cierro los ojos,
intento masajear el infinito.
Un solo círculo marca la nada, el doble e inconstante
cero hará de ti lo efímero.
Escucha tus jadeos sin más compás que tus ondeantes
curvas. No tengas miedo, estamos hechas de éxtasis de hormonas, de esa vida que
nos hace espaciales.
La locura de esa pequeña lombriz que se alimenta de lo banal
hace que la sensación de tristeza sea más inconclusa. No debes aferrarte a algo
que jamás te perteneció. Aléjate de los colores que dañan tu vista. El momento
en el que das tanto que tu rimel se corre antes que tú debes replantearte qué
estás haciendo MAL.
Te imagino desnuda, un miércoles de verano, tumbada en la
hierba, dejando que el rocío se pose en tu morena piel. Tus lágrimas se
confunden con la naturaleza, aquella que quiere verte sufrir, y el destino exclama,
extasiado: “eres la puta que más idolatro, te dejo sufrir porque tus lágrimas
me recuerdan al mar.”
La puta eres tú destino que te disfrazas de mujer siendo
un perro.
No sufras, a la mierda el rimmel, yo haré que tu coño sea libre para correr entre la hierba, al son de los balanceos de tus tetas.
ResponderEliminar-J. Mala Muerte